Queridos lectores, hoy he vuelto a mi té verde diario. Les aseguro que es todo un sacrificio tomármelo ya que me sabe realmente mal y, concretamente, a agua caliente con hojas verdes trituradas y un poco revenidas. Y no es que no me guste el té, pero el té verde para mí es el que sabe peor.
Compartido se tolera.
Por si lo ignoran, las hojas de té son hojas de Camellia sinensis, una de las plantitas que tenemos aquí en el Pazo de La Saleta, en sus dos variedades, sinnensis (China)y assamica (India). No cultivo mi propio té verde, no se preocupen, y no empiecen a pensar "claro, si lo hace ella, a saber…". No, compro té verde de múltiples marcas y salvo con miel, normalmente me lo tomo respirando por la boca para no notar su sabor.
Camellia sinensis var. assamica en flor del Pazo de La Saleta.
¿Y por qué hago este sacrificio? Pues porque es absolutamente mágico, se lo aseguro, al menos para tratar la retención de líquidos e hinchazón, algo que no sufría hasta que me pusieron un tratamiento, muy vulgar y habitual por cierto, que va a durar años y que preconizaron, me haría engordar dos kilos. Efectivamente los engordé y, en cuanto empecé con esta pócima, los perdí. Hacía días que había olvidado mi costumbre de tomarlo y el proceso de "globización" (de globo) ha regresado.
El color muy apetecible no es, la verdad.
En teoría, además, tiene propiedades antioxidantes y miles de cosas más beneficiosas. Yo solo puedo dar fe de lo que les cuento. Eso sí, con la bolsita de té, comprénse una pinza para la nariz, que la van a necesitar.
Salud, mis queridos lectores, besos y abrazos,
Sylvie Tartán desde el Pazo de La Saleta.