Queridos lectores, de nuevo, embelesada, les voy a descubrir un enigmático rincón en Aldán, Pontevedra, "El Bosque Encantado". Si no gozan de Google Maps, olvídenlo, porque no hay carteles ni señalización alguna para llegar. Tortuosas carreteras y dragones en mazmorras defienden el secretismo de este lugar, una pequeñísima prueba que hay que pasar para ganar el privilegio de su entrada y posterior salida.
Al llegar aquí, la magia te envuelve. Escalinatas, piedras sagradas, sarcófagos convertidos en bancos, fuentes, molinos… y los árboles centenarios custodiando y guardando todos los secretos que encierra esta maravilla.
Este lugar es refugio de hadas, duendes y "campanillas", casi se pueden ver durante el paseo, entre fantásticos ejemplares centenarios de castaños, eucaliptos y abedules. Tengan, por favor, cuidado de no pisar a ninguna de sus criaturas. Si lo hacen, escucharán un alarido agudo pero muy bajito ya que son de pequeño tamaño y tienen un pronto fuerte cuando se les daña.
El río, cuyo murmullo acompaña todo el paseo, tiene tres vetustos molinos y múltiples animalillos disfrutando sobre su superficie como los patinadores de agua o bichos mágicos (Gerris lacustris) a los que hoy hemos visto compitiendo entre ellos en una carrera, a ver quien llegaba a la gran cascada.
Vestigio de una época gloriosa, este lugar se resiste a ser olvidado. Por ello, todo el que entra se verá imbuido del deseo de no salir y, si realmente no lo hace antes de la medianoche, corre el riesgo de convertirse en piedra y musgo para siempre.
Si les he convencido para vivir esta aventura, pinchen AQUÍ y obtendrán el camino de miguitas a seguir. Si todavía se resisten, allá ustedes. Quizás sea el propio bosque el que vaya a buscarles…
Besos, abrazos, magia, bosques y piedra.
Sylvie Tartán.