Queridos lectores, no sé si conocen el dicho “se quedó para vestir santos”. Si no lo conocen pinchando AQUÍles dejo su significado. Y como hoy es San Valentín y muchísimas personas no tienen pareja, -y tras el martes y 13 de ayer, la cosa no pinta bien-, no podemos dejar de ofrecer una alternativa a los fastos del amor. Como dije en mi perorata de hace unas horas, yo estuve muchos años sin novio y les aseguro que mereció la pena la espera, así que, no me desesperen y mientras tanto “vistan santos” que es una actividad bien bonita.
En un abrir y cerrar de ojos literalmente, les digo donde estamos.
Es por ello, que hoy viajamos a la Ribeira Sacra, donde aparte de unos deliciosos vinos, hay monasterios de un encanto increíble que nos hacen viajar en el tiempo y que, visitándolos, casi te puedes imaginar a los monjes pasando un frío de mil demonios, -que Dios me perdone- caminando con sus sandalias en ese maravilloso bosque de robles, santiguándose entre rezo y rezo. El Monasterio de hoy es el Monasterio de Santa Cristina, en Parada de Sil, Orense, una construcción de la que existe noticia desde el siglo IX, que particularmente, me gustó más que el Monasterio de Santo Estevo. Más pequeñito, más acogedor y más escondido. Me rechifló. Aquí les dejo algunas de sus imágenes y les invito a que vengan a verlo. Y si encuentran un santito, vístanlo que seguro, seguro se lo agradecerá en plena ola de frío invernal.
¿No es súper apetecible?
Besos, abrazos y Amor del bueno, queridos.
Sylvie Tartán